El papel está en casi todo lo que nos rodea, envoltorios, cajas, etiquetas, servilletas, pañuelos, material de oficina. Según el uso para el que esté destinado, el ciclo de vida del papel será diferente. El ciclo de vida de un libro suele ser mucho mayor que el de un envoltorio y el del papel sanitario no tiene reciclaje. Por tanto, este ciclo es, a veces, muy corto, o irreversible, o muy largo, o cíclico.
Hace más de dos mil años que se inventó el papel en China (siglo II d. C.). Hasta pasados 500 años, el invento no se extendió a Japón y Asia Central. Y hasta el siglo X no llegó a la península Ibérica de mano de los árabes. Después, continuó por Europa y América.
Antes del papel había otros soportes, pergamino, tablillas, papiro, sobre los que dejar constancia de las historias, datos y otras comunicaciones. El pergamino (pieles de animales tratadas) era costoso y escaseaba. Tanto es así que hubo un tiempo en el que los pergaminos se borraban y se reescribía encima, con la consecuente pérdida de documentos.
La llegada del papel supuso un avance importante, el proceso de elaboración era mucho más sencillo y menos costoso. La resistencia del papel, mucho mayor que la del papiro, fue un hito importante para el posterior desarrollo de la imprenta.
El tiempo ha seguido pasando y el papel sigue siendo fundamental como soporte de muchas comunicaciones o, como decíamos, está presente en casi todo lo que nos rodea. Sería difícil imaginarse que el papel desapareciera. No obstante, en lo que se refiere a comunicaciones, hay muchas que pueden realizarse por vía electrónica, eliminando el papel en el proceso. Las principales consecuencias de este hecho son el ahorro de costes y la optimización de la gestión documental.
La transición del papel a las comunicaciones electrónicas implica que dejaremos de usar un montón de papel. Con ese papel sobrante, con ese que ya no vas a utilizar para las facturas, los contratos y las notificaciones, ¿qué harás ahora? Nosotros, origami.
#sayonarapapel