La semana pasada planteábamos el avance que supuso la aparición del papel para el desarrollo de la imprenta. También supuso un avance para la conservación de la información y, debido a que era más económico y más fácil de transportar que los antiguos soportes (tablillas, pergaminos, papiro), se popularizó su uso para todo tipo de comunicaciones.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la alternativa electrónica servía para algunas comunicaciones pero otras debían quedar siempre guardadas en papel. Las cartas de amigos lejanos comenzaron a llegar por e-mail, la publicidad comenzó a entrar en las pantallas de nuestros móviles en forma de SMS o MMS. Sin embargo, las facturas o los contratos requieren de algún tipo de registro que dote a estos documentos por vía electrónica del mismo valor que tienen cuando se emiten y se sellan o firman en papel.
En este punto nos encontramos: en la transición de un soporte a otro que ofrece ciertas ventajas frente al primero. Por ejemplo, al enviar una factura por e-mail certificado la recepción es inmediata, el envío y el contenido quedan certificados y se archiva automáticamente. Otro ejemplo, al realizar una notificación de la concesión de un servicio por SMS certificado, la comunicación es inmediata y está certificada, con lo que tiene validez como prueba ante terceros.
Esto no significa que el papel haya perdido su rol. Además, con todo ese papel que destinábamos a facturas, notificaciones o contratos podemos hacer otras cosas, por ejemplo, origami.